Aborto: la lucha continúa
Año 2000. Se celebran los 25 años de la ley Veil, que lleva el nombre de Simone Veil, la ministra de Sanidad que, con ayuda de la izquierda, hizo aprobar una ley controvertida, pero exigida por las mujeres entre finales de 1974 y principios de 1975. Esta gran lucha, marcada por pleitos, campañas de prensa y peticiones, es un derecho que sigue estando amenazado, como destaca dicho cartel. Esto se debe a las dificultades a la hora de aplicar el aborto (a pesar de la ley) y los problemas materiales con los que se encuentran algunas mujeres.
Este cartel no encuentra consenso, ni siquiera dentro de la Planificación Familiar. ¿Es por culpa de su imagen un poco cargada de hemoglobina? ¿Es acaso por culpa del texto? El huevo, metáfora de la placenta, pudo chocar por su aspecto culinario (huevo/salsa de tomate o «ketchup», como se ha dicho a veces). El fondo negro y amenazante, así como la mancha roja, más grande que la yema, provocan en la imagen una sensación de angustia. La imagen eclipsa un instante el debate de fondo, prueba de que este delicado tema sigue dividiendo incluso a los defensores del derecho al aborto.
La leyenda del cartel se limita a recordar la ley del 17 de enero de 1975 y su artículo 1: «cualquier mujer embarazada cuyo estado la coloque en un situación de peligro puede solicitar la interrupción del embarazo a un médico». A esta mujer que recurre al aborto se la sitúa en una posición simbólica de inferioridad: está «en peligro» y solicita un médico.
El peligro es multiforme, subjetivo, y el MFPF recuerda que no quiere una visión miserabilista, sino que se entienda que «el aborto es un derecho». Ya no se está en la situación de emplear relativos eufemismos con el acrónimo «IVE». El derecho de la mujer significa que puede decidir abortar sin su pareja, pero que todavía depende del médico, que aceptará o no su solicitud. El embarazo, concebido entre dos, será también interrumpido entre dos.
El 4 de agosto de 2014, la ley para «la igualdad real entre mujeres y hombres» suprime la noción de «situación de peligro» de las mujeres que quieren acceder al aborto, haciendo aún más legítimo el derecho a no querer un embarazo.